El pilates vuelve a Harlem, su nuevo hogar

Antes de abrir su primer estudio de pilates, Tiffany Mason escribió un número en un papel: el 20. Hasta ese momento solo había dado clases de pilates en su apartamento de Harlem, de un solo dormitorio y sin apenas espacio suficiente para acomodar a un pequeño grupo de alumnos. Pero Tiffany tenía la visión de comprar 20 “reformadores” (una máquina especializada de pilates, muy costosa y que potencia el ejercicio muscular a través de la resistencia), y encontrar un local en Harlem donde abrir su propio estudio de pilates.

Lo que no sabía eran todas las cosas que iban a pasar antes de que pudiera alcanzar esa meta, incluyendo una pandemia a nivel mundial. Por suerte, Tiffany es una persona fuerte tanto por dentro como por fuera, y esa determinación continúa dando sus frutos, el más reciente de ellos la apertura de la tercera ubicación de Harlem Pilates.

Amor por el reformador

A Tiffany siempre le ha gustado el movimiento. Se crió en una familia numerosa y, desde muy temprana edad, su madre la inscribió a ella y a sus cuatro hermanos en deportes para así tenerlos ocupados. “Cada temporada practicaba un deporte”, nos dice, “desde fútbol hasta baloncesto o lacrosse”. Esas experiencias le inculcaron la importancia de hacer ejercicio, no solo para ayudarle a sentirse bien con su propio cuerpo, sino también para tranquilizar su mente.

En la universidad, Tiffany empezó a hacer yoga y disfrutó de la disciplina que te da la práctica, y eso la acabó animando a tomar su primera clase de pilates. Desde el primer momento se dio cuenta de que era una experiencia diferente: “Cuando me subí al reformador por primera vez vi que era algo especial”, dice. “Me enamoré de esa máquina y supe que quería compartir esa sensación”.

Llenando un vacío en el mercado

Para Tiffany, su hogar es Harlem. Pero cuando comenzó a hacer pilates, no había estudios en su querido vecindario, por lo que tenía que viajar largas distancias para ir a sus clases. Se dio cuenta de que probablemente había más personas en esta situación. “Sabía que, si yo sufría el inconveniente de tener que viajar hasta Brooklyn o bajar al Downtown para ir a un estudio de Pilates, entonces no sería la única”, dice.

Fue el cruce entre esta nueva pasión de Tiffany y su deseo de poner un estudio en su barrio lo que dio origen a su idea de Harlem Pilates. Al principio, Tiffany daba clases en su apartamento mientras trabajaba a tiempo completo como asistente ejecutiva, lo que es solo un ejemplo de su carácter decidido e ingenioso. Sin embargo, al cabo de unos meses, su deseo era expandir su negocio y trasladarse a un espacio comercial.

“Me puse en contacto con distintos corredores inmobiliarios y agentes de bienes raíces, al tiempo que seguía trabajando y ahorrando dinero. Sabía que tenía una idea más grande que dar clases en mi apartamento, pero no era consciente de que me iba a tomar 2 años de trabajo para hacerla realidad”, dice.

El sí que lo cambió todo

Al final, Tiffany firmó un contrato de alquiler en el lugar ideal. “Para ser sincera, me llevé una gran sorpresa cuando mi primer arrendatario me dijo que sí”, recuerda. “Yo pensaba: ‘¿Y tú vas a dejar que yo, con este poquito dinero que tengo en el banco, te alquile un local? ¿De verdad me estás diciendo que sí?’”

Ese primer sí lo cambió todo. Después de pasarse años haciendo números y soñando con distintas posibilidades, por fin estaba en buen lugar para dar vida a su visión. “A veces, lo único que necesitas es que la persona adecuada te diga que sí a la oportunidad adecuada”, dice.

A comienzos de 2020, Tiffany ya había renovado su espacio, comprado unos cuantos reformadores y abierto un negocio en el corazón de su barrio con el acertado nombre de Harlem Pilates… justo antes de que empezara la pandemia de COVID-19. Al mismo tiempo que Harlem Pilates abría sus puertas, todos los demás estudios estaban cerrando las suyas.

“El estudio abrió un mes antes del confinamiento, así que no tenía clientes”, dice. “Las clases virtuales no eran una opción, así que fue mucho de esperar y de pagar lo que podía, de comunicarme abiertamente y de aguantar”.

Tiffany da las gracias a su relación con su propietario por haber podido superar esos primeros meses tan difíciles. Sin esa clara comunicación y comprensión mutua, no sabe si Harlem Pilates estaría donde está hoy.

“Por lo general soy una persona bastante positiva y segura de mí misma, pero esa fue la primera vez que tuve miedo”, dice, “y me preguntaba, literalmente, por qué había hecho esto”. Al no contar con socios comerciales, Tiffany se sentía totalmente sola por tener que asumir la carga de gestionar un nuevo espacio sin gente que lo llenara.

Usando la fuerza interior

Siempre optimista, ahora Tiffany ve su experiencia de abrir en plena pandemia como una parte de su éxito. “En un momento en que cada vez había más personas enseñando desde sus casas, nosotros estábamos abiertos. En cierta manera, creo que eso nos llevó a convertirnos en un elemento de disrupción en el mercado, a posicionarnos como los nuevos líderes de este movimiento y este gran auge que estás viendo ahora", dice.

A medida que Harlem Pilates empezaba a llenarse regularmente de alumnos, Tiffany aprovechó la oportunidad para expandirse. En 2021, financió de forma colectiva una segunda ubicación con una nueva oferta de clases y equipos. Tres años después, abrió un tercer espacio aún más grande… y aún así sigue teniendo una lista de espera para sus clases.

“Perseverar me llevó a conocer mejor el mercado, mi vecindario y a mí misma”, dice Tiffany. “En retrospectiva, todo tiene sentido. Me siento muy feliz de haber seguido mis instintos. Hubo algo de miedo, pero también confianza”.

Cómo usar tu crédito para crear un lugar ideal

Al igual que muchos otros lugares de Nueva York, Harlem es un barrio rebosante de energía. Sin embargo, cruza las puertas de un estudio de Harlem Pilates y nunca sabrás que estás en uno de los vecindarios más concurridos de Manhattan.

Tiffany ha diseñado cada uno de sus tres estudios de Harlem Pilates para que transmitan un sentido de claridad que puede ser difícil de encontrar en una ciudad como Nueva York. “En cuanto al estilo, somos lo contrario a Harlem por lo ruidoso que es el barrio”, dice. “Queremos que entres aquí y que tengas 45 minutos de calma”.

La estética y el diseño son esenciales para la experiencia, y un componente importante de lo que hace tan especial a Harlem Pilates. Tiffany tenía esa visión desde el primer momento, y usó la tarjeta de crédito Ink Business Cash^® para hacerla despegar.

“La tarjeta [Chase Ink/Chase Ink Business Cash] ha sido una parte importante de nuestra historia y de por qué estamos aquí hoy. Pudimos amueblar gran parte de nuestro primer estudio con nuestra tarjeta Chase Ink Business Cash”, dice. “La hemos usado para comprar sillas y otras cositas para darle comodidad al espacio, y nos ayuda a operar con el alto estándar que siento que merece mi comunidad”.

“Para toda la faceta financiera de nuestro negocio, “Chase ha sido un recurso muy valioso”, dice. “Es uno de los grandes motivos por los que estamos hoy aquí”.

Un nuevo legado

Tras superar años de desafíos para dar vida a Harlem Pilates, la sensación de Tiffany es que su negocio finalmente está prosperando, y que no puede más que seguir creciendo. Ella dice: "Tengo un cien por ciento de confianza en el futuro de Harlem Pilates".

El barrio de Harlem es conocido en el mundo entero por sus artes, su historia y su cultura, y gracias a su perseverancia y su espíritu emprendedor, Tiffany está creando un nuevo movimiento, una reforma para hacer que Harlem sea un paraíso del pilates..

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